miércoles, 21 de marzo de 2018

Tomb Rider (Roar Uthaug), Black Panther (Ryan Coogler) y Call me by your name (Luca Guadagnino)


Dos herederos y una heredera

Durante tres días, las entradas de cine costaron 4€, de modo que aproveché para ver pelis de las que no me lanzo a ver pagando el doble -por si acaso-.
Entre otras, estas tres: Tomb Rider (Roar Uthaug), Black Panther (Ryan Coogler) y Call me by your name (Luca Guadagnino). La más plasta, sin duda, la última. Y encima, pretenciosa. Las dos primeras también pretenden, claro. Pretenden vender en el mundo mundial y forrarse contándonos cuentecillos aptos para todos los públicos (y no me refiero solo a la edad sino al origen geográfico y cultural, o sea y por abreviar: también son aptas para el mercado China, por ejemplo). Pero la última pretende vendernos ¿qué? ¿Belleza, sofisticación, transcendencia, mensaje? O sea, las primeras me toman por adolescente y la última por tonta… Y esto me irrita más, por supuesto.





¿De Lara Croft qué deciros? Pues eso, que es como Hipatia de Amenábar: mujer estupenda, sí, pero la única del mundo mundial. Los demás, todos hombres. A ver, que prefiero que haya una a ninguna, por supuesto. Es que no me quiero ni imaginar si en vez de ser una chica, el prota fuera un guaperas… 
Pero, en fin, esta Lara no tiene ni madre (como la otra Lara o como Hipatia). Tiene coleguillas (hombres), tiene opositores (hombres), tiene padre estupendo (aunque no se sabe por qué es tan estupendo, pues la deja plantada, quizá porque le da un beso con dos dedos...). 
Y no, no me molesta que vaya de “aventuras”. Me molesta que tanto metraje sean solo porrazos y golpes (una cosa son las aventuras y otra los porrazos) y me molesta que no se esfuercen en hacer argumentos y guiones algo más sofisticados… Ni siquiera construyen un malo interesante. ¿no saben aquello que dijo Hitchcock sobre los malos?… Y sí, hay una mala en la sombra pero como les puede el cálculo comercial (el cálculo de seguir con la saga) pues no lo desarrollan.  
Y, además, yo todo el rato me preguntaba: tan listos e inteligentes como dicen que son (digo Lara y su papá), tan extraordinarios descubriendo enigmas, solucionando adivinanzas y armando rompecabezas y luego, en lo práctico, resultan de un tonto que marea. Vamos que en varias ocasiones dan ganas de gritarle: “¿Pero tía, qué haces que no te enteras?”.

Call me by your name. No, no tengo edad ni paciencia para ver ese verano (que de plasta que es, me pareció verlo casi en tiempo real, o sea me pareció que el film duraba tres meses). Un verano de gente que se supone la mar de guays pero en quienes yo no encontré ningún interés.
Como iban de tan intelectuales todos, pensé con esperanza: A ver si en algún momento se arrancan a contar algo interesante sobre Parménides (digo Parménides por decir, igual me valían Empédocles, Pitágoras, Séneca, Praxíteles…) pero no. Se supone que ya con la explicación detallada del origen de la palabra albaricoque, con la consideración sobre el erotismo de las esculturas clásicas y con la lectura de un poema (de no recuerdo quién, aunque, eso sí, en alemán) tenemos que darnos por servidos durante dos horas y cuarto de peli… La única escena que me distrajo: cuando el jovencito toca Bach en varias “modalidades”.
Y nada, quitando la música, el joven es un soso (bueno, lo normal de soso a su edad). No entiendo por qué se cuelga de él el americano. Porque sexi no es, sobre todo no para un señor de más de treinta años. El propio americano tiene un cuerpazo sí, pero una cara muy insustancial. Y, desde mi punto de vista, la peli no consigue trasmitir el atractivo sexual, el hedonismo y erotismo que se supone que es la sustancia de lo que nos cuenta…  
De los “adornos” del relato para qué hablar, todo tópicos. Así, el americano es como su tópico: de abordaje directo, sin las ceremonias y protocolos típicas de la vieja Europa. O sea, traga y bebe lo que le pongan delante sin respirar, se despide con un "hasta luego, Lucas" (el equivalente en inglés), se hace amiguete en un plis plás de los viejos jugadores de cartas de la taberna (y se supone que esa habilidad de Oliver para intimar con el pueblo llano debe encandilarnos). Más tópicos: la pareja hétero que se pelea todo el rato, la homo que se ama y se viste conjuntada (de rosa y azul clarito, ojo), la criada fiel que propiamente los ha criado, el jardinero astuto (la mirada “del pueblo”, ya se sabe), la madre que no sabemos qué pinta (aparte de pasearse con Le monde debajo del brazo), la alberca preciosísima (esa sí, sin duda, me la quedaba), el albaricoque chorreante… Y así sucesivamente. Por no faltarle no le falta ni las meadas masculinas, esas que como comenté en otras ocasiones, presentan, se supone, gran interés universal. En fin, hasta la secuencia del viaje de los enamorados me parecía de no creer: triscando por un precioso monte hasta llegar al pie de una cascada… Y luego, haciendo locurillas y dando saltitos nocturnos por una ciudad desierta (con encuentro, tipo Fellini, incluido, pero qué más quisiera Guadagnino que ser Fellini, por no decir Visconti que es a quien trata de imitar todo el rato...). 
Y no me creo nada. Ni siquiera esos albaricoqueros… 
Y eso sí, los "sofisticados" personajes hablan todas las lenguas del mundo. Incluso en altos niveles de proximidad padre-hijo no hablan italiano sino inglés… Vamos que italiano solo lo hablan con "el servicio".
Y el papel de las mujeres me sacó de quicio: cada uno lleva detrás su correspondiente adoradora. Ellos a lo suyo aunque teniéndolas a ellas ahí, en reserva…. Porque en algún momento habrá se sentar cabeza, casarse y fundar una familia…

Como veis, ya con el cartel... por no decir el título...


Después de todo, creo que me quedo con Black Panther. De esta no comento nada porque si habéis visto alguna de la Guerra de las galaxias, de James Bond, o Grecia antigua y mitológica: 300, Alejandro, Aquiles, Wonder woman, o de la factoría Marvel etc. ya la habéis visto Black Panther. Cada escena copia escrupulosamente la de alguna de esas pelis que acabo de citar… Con todo, me quedo con este film. Aunque solo sea por dos sencillas y poco sofisticadas razones: es donde hay más mujeres y todas y todos son negros (bueno, hay un blanco poca-cosa-pero-majete para cubrir el cupo). Y, en conjunto, creo que es el más ameno.






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